Etxebarri

Por: Mikel Zeberio

En la última edición de The World’s 50 Best este asador ha sido considerado el tercer mejor restaurante del mundo, y ésa no es más que otra excusa para hacer una visita de verdadera complacencia, ya que Bittor Arginzoniz ha logrado equiparar el disfrute de la mesa y la más entusiasta atención. Aplica el calor o, en su caso, el fuego, según la experiencia que ha acumulado sobre las reacciones que se producen durante el proceso. Todo, con la mayor sencillez posible, pensando en esa cuasi enfermiza virtud de buscar producto ‘diez’. Es un restaurante escueto, sencillo. Ahí está el lujo. No hay suntuosidad en el decorado y atiende un servicio de alta escuela de nuestro pueblo, de mujeres. Arginzoniz ha jugado con las más variadas despensas, sumándolas, juntando mar y tierra adentro, haciendo del suyo un restaurante para todos. Y lo ha conseguido. Estamos ante un genio: en su cocina no hay nada artificial. Reivindicando la vigencia de la despensa, debes probar el bocadillito de chorizo; el queso fresco de búfala (elaborado en casa); la mantequilla de cabra; el revuelto de zizas, inconmensurable; el rodaballo, inmenso; la chuleta de vaca… Y así, hasta el infinito.