Horcher

Por: Alberto Fernández Bombín & Rodrigo Varona

El caso de Horcher es digno de estudio. Si bien su reputación ha sido siempre intachable, lo cierto es que durante unos años ha corrido el peligro de convertirse en una especie de club privado al que sólo acudía un grupo de fieles ya talluditos. Contra todo pronóstico, y gracias en gran medida a la incorporación de Elisabeth Horcher a la gestión (cuarta generación de la familia), el restaurante ha vivido un resurgir popular durante los últimos años que ha ampliado su audiencia con una clientela más joven, la cual acude fascinada a un local que mantiene intactas sus grandes señas de identidad: decoración de otra época (es un piropo), servicio de alta escuela que potencia el arte de la sala, bodega con joyas que llevan décadas almacenadas en el local y una oferta culinaria de marcado acento centroeuropeo que alcanza la apoteosis en época de caza, aunque pueden visitarlo sin miedo aquellos que no la disfruten, ya que gozarán casi por igual. Un plan para repetir todo lo que se pueda, siempre que el bolsillo lo permita, claro.