Basea
Por: Almudena Ortuño
En la sencillez está la grandeza, al menos algunas veces. Una de las casas más jóvenes de la ciudad plantea un regreso a la pureza del producto que conmueve a quienes andaban faltos de fe. Basea abrió poco después del confinamiento con un discurso de esperanza. Oda a la brasa para realzar las cualidades de las verduras –esos gloriosos espárragos blancos con salsa tártara–, el pescado –cada día, una propuesta fresca de mercado– y la carne –el gozo del chuletón de vaca madurada con sus pimientos del piquillo–. En una zona demasiado acomodada, Jesús Gor y Borja Parellada destacan por evadir cualquier apariencia y cultivar el noble arte de simplificar. Honestidad brutal en todos sus platos.
Carta: 40-60 €.