Cuenllas

Por: Alberto Fernández Bombín & Rodrigo Varona

Una de las mejores pruebas de que la veteranía no tiene por qué ser sinónimo de dejadez ni falta de brío. Corría el año 1939 cuando Pepita, viuda de Cuenllas, abrió una mantequería que, gracias a la clientela con posibles que residía en la zona, pudo ser pionera a la hora de traer grandes productos gourmet a la ciudad (vinos de Burdeos, foie y quesos de distintos orígenes, las mejores conservas…). A ello se le sumó posteriormente –también con éxito– un restaurante donde degustar todas esas maravillas junto a una cocina tradicional repleta de gusto y finura en la que destacan sus callos, el canapé de anguila ahumada con huevo o la merluza rebozada. De gestionar todo ello con tino se ocupa hoy su nieto Fernando que, por si fuera poco, sigue ampliando el porfolio con nuevos proyectos como una distribuidora de vinos (Minimal Wines), el asesoramiento de Media Ración en el Hotel Urso o la reciente apertura de Cuenllas Salesas, un recomendable wine bar en la calle Orellana.