El Baret de Miguel
Por: Almudena Ortuño
A veces no sabemos moldear la vida al gusto, pero sí sentimos cuándo no encajamos en el molde. Miquel Ruiz tomó una decisión de riesgo para llegar a la felicidad: alejarse de la impronta gastronómica y abrir un baret, casi chiringuito, en el centro de Denia. En su casa, cada silla es de una madre y de un padre, la carta se basa en lo que diariamente encuentra en el mercado y el comensal nunca sabe qué le depara el plato. Pero se siente en confianza, “porque comer bien no significa arruinarse”, o así lo entiende el cocinero. Buen producto mediterráneo, tratado sin pretensiones y una lista de espera de meses, que demuestra la querencia del público. Apostar por uno mismo: el secreto del éxito.
Carta: 40-50 €