Bergara

Por: Mikel Zeberio

La familia Bergara lleva casi 70 años al frente de este establecimiento que primero fue casa de comidas y, desde los años 80, se dedican a eso que llaman cocina en miniatura. Hoy, Esteban y Monty son la tercera generación al frente de este local de pintxos, aunque, en realidad, el Bergara es una tasca de lujo definida por la calidez, de aire informal y la luz blanca, con mesitas, con comodidad y un público de lo más variopinto. Es un establecimiento que desde su creación ha cambiado y ha ido creciendo culinariamente y en el que cada producto es el mismo, pero a la vez distinto, con colorido, estética, presentación y, sobre todo, mucho sabor. La oferta es rica y variada: un revuelto de anchoas y piquillo (precios entre 2 y 3 €), la falsa lasaña de anchoas o el crujiente de langostinos. También tienen fideuá caliente con ali-oli (4,5 €), delicias de pato al Calvados, mini hamburguesa de buey con wasabi y otros pintxos más complejos y de mayor tamaño, como los que ofertan en la carta caliente (unos 5 €): desde carrilleras al vino tinto y patata paja, langostinos con salsa rosa y huevas de truchas, a cosas tan de antes como la croqueta de jamón y huevo. Sin olvidar dos clásicos: la tortilla de anchoas y el ajoarriero, estrellas de la casa.